viernes, 9 de noviembre de 2018

Quiero abrir la boca

Quiero abrir la boca,  necesito oir verdades
Pero alguien lo prohíbe, no acata libertades
Quema fuerza y quema orgullo
En su hoguera de las vanidades.
Si una tiene opinión y cree que su voz si cuenta
Porque el hecho de ser mujer no le otorga ese placer
No es algo del pasado, hoy existe esta locura
Hay mujeres en el mundo que no tienen voz ni voto
Son fantasmas ambulantes, que con su semblante roto
Van tapadas y sumisas esperando que su cura
Sea poder estar solas y acabar con su  tortura.
La peor de las condenas es no tener decisiones
Ser esclava de tus actos y una muda dando voces
Con vuestra valentía y nuestra solidaridad
Gritaremos fuerte y claro libertad e igualdad

¡Escúchame!

Mujer, sonríe. Eleva la mirada. Ten confianza y esperanza. No sigas sintiendo la vejación un día más de tu vida. En tu poder tienes el arma de la valentía, tus familiares, amigos, el 016, la policía, los Centros Sociales…No sufras en silencio. El silencio te va matando. No te aísles. No encubras tu verdad. Mujer, tienes derecho a una vida sin violencia. Digna. Tómala entre tus manos. Te pertenece. Es tuya. Enteramente tuya. ¡Escúchame! Y, por favor, no huelas nunca más el petricor de tu llanto cuando cae sobre tu alma. Y mucho menos, en soledad.

Lo correcto

Al verse incapaz de ignorar los sollozos que se oían tras la puerta se tapó los oídos con fuerza. Trató de secar las cataratas de agua que brotaban de sus ojos mientras salía del cuarto de baño donde la encerró tras golpearla. Llevaba años enamorado de aquella sonrisa perlada y de su cabello de arena y no supo gestionar el rechazo. Por eso la persiguió y actuó de aquel modo. Hizo lo correcto, aquello que hubiera hecho papá si mamá le hubiese negado un beso. Eso que sucedía a diario en casa cuando mamá no se portaba como papá quería. Aquello que, según papá, haría cualquier hombre cuando quiere que su mujer comprenda que la ama hasta el delirio.

Poderes

Ella y él discutían. Él estaba cansado pero ella quería tener la razón.

-¡Cállate!- imploraba él, pero ella seguía. - ¡Cállate! - repitió, y ella no paraba. A la tercera la empujó, para apartarla de él. 

-¡Ay! - se quejó ella. Él la había tirado al suelo. 

El hombre quedó, un momento, atónito. Por primera vez se dio cuenta de lo pequeña que era ella, a pesar de ser tenaz. 

Desde ese día, siempre que él tenía impulsos violentos, se paraba y pensaba:

-Cálmate, pesa veinte kilos menos que tú.

Mírame para que no me toque

He OÍDO sus gritos ahogados por las noches. Los golpes secos.

He VISTO sus moratones, dolorosamente escondidos bajo los bucles de sus cabellos.

He OLIDO su miedo, supurando por sus ojos y su piel pálida.

He TOCADO sus mejillas hinchadas. Los bultos sobresaliendo de su cabeza.

He GUSTADO su amarga vida; su soledad tristemente compartida.

Y con sus 5 SENTIDOS magullados y malvividos la he acompañado a poner una denuncia por malos tratos . 

A veces no hace falta un SEXTO SENTIDO sobrenatural para percibir la realidad en la que habita el otro. Basta con prestarle atención a través de cualquiera de nuestros sentidos básicos: Escucha. Mira. Huele. Toca. Gusta... SIENTE.

Sueños rotos

Papaíto me ha traído chucherías. Mala señal. Es la costumbre que precede a la visita de alguno de mis tíos, quienquiera que sean. Una semana llega uno, la siguiente entra otro desconocido para abusar de mí. En tales circunstancias, no caben ilusiones, pues vivo en un hogar de acogida lejos de todas partes. Ni siquiera voy a la escuela. Esa pareja de degenerados me ha convertido en su esclava sexual particular que venden sin escrúpulos. No les importa mi edad ni el dolor atroz de mi cuerpo pueril. No sé cuánto durará este infierno, la peor pesadilla imaginable para una niña como yo. Dolor, angustia, impotencia. Otra infancia destrozada. Violencia de género: sueños rotos.

Una flor puede cambiar el mundo

Leire tensó los músculos y cerró los ojos. La mirada desdeñosa de su compañero y la actitud beligerante que mostraba al caminar, hacía presagiar su infausto destino. Aquel oprobio no era más que el resultado de un comentario hostil que Leire nunca había pronunciado. Se dejó caer en un árbol con la esperanza de que se desatase una tormenta y lo hiciera retroceder, pero el sol irradiaba con fuerza. Leire abrió los ojos y su expresión demudó: un niño la miraba y sostenía una flor. No había rastro de aquel hombre que la había atormentado durante semanas. Leire tomó su mano y un hálito de esperanza abrazó su corazón, nunca más se sentiría sola.

El amor son los besos

Como cada día quedó con ella en la misma esquina de siempre, aunque ya llevaban más de medio año juntos acudía con los mismos nervios, pensando en si podría dibujar una sonrisa en su cara. Ella como siempre llegó un poco tarde, se dieron la mano y fueron a dar un paseo. Él intentaba que cada minuto que pasaba fuera lo más dulce posible, intentando curar las heridas del pasado que seguían abiertas en su corazón. Acabó la cita, le dio un beso y un abrazo y se volvió para casa deseoso de que fuera la tarde del día siguiente para volver a intentar devolver esa sonrisa.

Dos

De un tiempo a esta parte, me estaba acostumbrando a ver el mundo desde el suelo: a ver la inquina de su bota a la altura de mis ojos hinchados, arrancándome rosas donde sólo hubo besos; a las baldosas frías y al polvo en los rincones debajo de los muebles. Pero ese día, ahí abajo, tendida y humillada, sin autoestima, ese día vi algo que nunca antes había visto: el pavor dibujado en los ojos de nuestro hijo, acurrucado al fondo, tembloroso, como un pájaro aterido. Y, justo en ese momento, en ese instante de luz reveladora, supe que no estaba derrotada, que tenía un futuro por delante, un futuro, ay, donde sólo cabíamos dos.

Vergüenza

Arrastraba una vergüenza insoportable.

Una vergüenza que le oprimía el pecho y no la dejaba respirar; que maquillaba a diario y de la que no sabía desprenderse; que se había apoderado de ella consumiéndola poco a poco.

Una vergüenza que escondía, que callaba y asumía como propia.

Aquella mañana se levantó y salió a la calle.

¡Que alguien me saque esta vergüenza! - gritó.

Y la calle respondió: "Ahora tu vergüenza es nuestra. Déjanoslo"

In-justicia

- Pero… ¿Le ha pegado?- pregunta, el juez Molina.

A Carmen la pregunta la deja noqueada a pesar de ser obvia en un juicio de violencia de género. Su abogada ha expuesto todas las pruebas que ha conseguido reunir: los correos amenazantes, las llamadas de madrugada, las fotografías de su coche rayadoy el informe policial, tras encontrar la puerta forzada de su vivienda. También ha relatado como la asedia a diario: al salir del trabajo, cuando va sola a comprar… De hecho ya no va sola a ningún sitio.

Carmen titubea y responde que no.

-Pegarme no. Sólo…

El juez Molina no la deja acabar.

- Entonces, si no le pegó…

¿Puedo entrar?

Otra vez. Pensé que ya lo había dejado atrás. Que no volvería a tropezar con la misma piedra. Pero ahí está él al abrir la puerta. Sus vaqueros desgastados y su camiseta favorita. Esos ojos azules tan bonitos que en ocasiones podían ser tan crueles… Sus dientes perfectamente blancos asoman en una sonrisa burlona. 
¿Puedo entrar?
Claro.

Contesto con un hilo de voz.

Entra y me besa y lo olvido todo. Sólo queda lo bueno. Los malos recuerdos se borran. Una vez más. 
¿Esta vez te portarás bien? No me gusta nada que hagas que me comporte de esa manera.
Claro cariño. Lo siento…

Al otro lado

Nos trasladamos al otro lado del río, a la calle Jorge Juan. Leí que Jorge Juan fue un humanista, ingeniero y muchas cosas más. Se quedó huérfano de padre a los tres años. El destino nos hace leer y vivir cosas inesperadas. Teníamos una vida tranquila en mi casa, en mi cole, en mi barrio,... Hasta que papá empezó a cambiar. Estaba desconocido, todos lo decían. Cuando llegó la violencia mi madre nos llevó, a mi hermana y a mí, a la otra orilla. Y fue a la comisaría para que mi padre no cruzara el río. Al pasar el puente perdimos muchas cosas. Es triste, yo no envidiaba a Jorge Juan por ingeniero o humanista, sino por huérfano.

La fé no es la salvación

Era muy cristiana y casi llegó a perdonar a su maltratador setenta veces siete, pero tras recibir las puñaladas, perdió la fe y se fue al infierno.

365 días

07:00
Mis párpados se abrían, como una persiana eléctrica, lentos, como un motor que no corresponde a su cuerpo.

Mis piernas,

forzadas por la hora, las sacaba de la cama con cuidado de no hacer ningún ruido.

Me senté en la cama apoyando los brazos tensos sobre ella, mirando hacia abajo. Ahí noté el palpitar de mis facciones inflamadas. Mi mente me llamaba tonta todas las mañanas, por permanecer aquí, pero mi cuerpo estaba anudado, como un buen nudo de marinero, a esta casa.

22:30
Hace calor, siento ganas de meterme en un congelador, de comer hielo, de sentir que puedo salvarme. Trago saliva tan fuerte, que hasta él ha notado el miedo.

Me mira,

se enfada,

me pega.

Camuflaje

Mi mamá es una experta en maquillaje. Siempre que invito algún amigo a casa, organiza una fiesta de Halloween; no importa la estación en la que estemos. Ella se esfuerza en perfeccionar sus múltiples caracterizaciones de monstruos aterradores.

Mis amigos comentan que tengo una madre estupenda, aunque creen que a veces se excede con el realismo de sus personajes. También, sienten curiosidad por saber por qué solo puedo invitarles cuando mi padre inicia uno de sus prolongados viajes y de dónde saca mi madre toda la sangre que, casi siempre, mana de sus postizas heridas y resbala por sus estropeados y desgarrados atuendos.

Ironías de la mano de un hombre

A partir de cierta hora, encontrándonos en una tarde de solsticio más fría que cálida como bien acostumbrada tiene la percepción de un suceso, hubo de acontecer que ni siquiera la idealización de lo que un suceso es en sí podría alterar la conmoción; ha ocurrido algo, no cabe la menor duda, pues el rostro de Elvira no se limitó a demudar las expresiones de una razonada alegría por las de un susto bastante especial. Serena decidió regresar a su piso, en él devanar los sesos conjurando un sinfín de posibilidades porque, al fin y al cabo, donde debía haber un problema o una interrupción de lo cotidiano… <<no aconteció nada>>; sangraba y aún así todo aparentaba no ser nada…

Ser una heroína

El espejo le devuelve una imagen monstruosa de sí misma. Sí, es una mala madre, una gorda asquerosa, una piltrafa de mujer. Él está ahí fuera esperando para seguir envenenándola de culpa. Ella es la culpable de todo. Se merece los insultos, las vejaciones, los guantazos. ¿De verdad se los merece? Como un inesperado sol asomando entre una telaraña de nubes negras, se recuerda adolescente risueña, joven frondosamente vital, mujer independiente, novia enamorada, madre anegada de ternura. No, ella no es el ser defectuoso, es él. Ya no habrá más moretones en su rostro, los del espejo son los últimos. Se acabó, llamará a la policía y dejará atrás a su torturador. Por ella, por su hija.

Secreto

No me atrevía a contarles a mis amigas que él, mi príncipe de cuento, se había convertido en un ogro, que me pegaba noche sí y noche también. Veía sus caras sonrientes, sus niños encantadores, sus vidas de ensueño y me callaba. Pero el día que llegué tarde al colegio a llevar a mi pequeño y nos fuimos como siempre a tomar el café, mi mano temblorosa le tiró en la falda de Susana, lo siento, lo siento, lo siento, Susana levantó la mano y yo puse el brazo sobre mi cara para protegerme del golpe. Todas sonrieron tan tranquilas, no cariño, eso nos pasa en casa.

Golondrina

Tal vez tú no te hayas dado cuenta de ello, pero somos como los antónimos que compartíamos el mismo diccionario, ese mundo inteligible y sensible de Platón que nunca llegará a establecer contacto. Somos como la luna y el sol que comparten el mismo cielo sin llegar a reencontrarse nunca. 

Y sin embargo, las más frágiles golondrinas, conocen el camino de vuelta.

Hoy sí, me siento libre. He conseguido demostrar a mí misma que amar no es sinónimo de ser una golondrina encerrada en tu jaula. 

Me miro, me sonrío y dejo la puerta abierta.

Un segundo más de cuento

Érase una vez un perfecto cuento de hadas, con princesa, príncipe azul boda y banquete; tanto, que de puertas hacia fuera nadie fue capaz de ver como cada herida y cada golpe se disimulaba tras un sutil: "Tranquilizate. No volverá a pasar. Te quiero, lo sabes." Hasta que un día no pudo más. No aguantó un segundo más de cuento.

Todo puede empezar mañana

Son cosas que nunca se sueñan, que nunca se esperan, pero que llegan, pasan y a veces se quedan. No vienen en las historias que te han explicado. En cualquier lugar y momento, un compañero de trabajo, tu pareja, tu padre, alguien con quien te cruzas, tu jefe… ¿Qué pasa con esa falda? ¿Qué pasa con esa blusa? ¿Qué pasa con el color de…? ¿O con el peinado que te han hecho? ¿Dónde está el problema? ¿Qué has hecho? Si sonríes, si hablas, si miras, si... ¿Por qué tienes que sentirte observada constantemente? Un comentario, una mirada, una sonrisa acusadora. Hay mil y una maneras de hacértelo saber, de hacerte saber que todo puede empezar mañana.

Camino libre

Recorro el asfalto, ahora mi hogar, sigo sus líneas, hacia ninguna parte, el aire me llena los pulmones, puedo respirar. Echo gasolina, me miran raro sin querer mirar, sin decir nada, nunca nadie dice nada. Me reflejo en el espejo, parezco otra, una mujer fuerte. Abro la ventanilla, mi pelo se alborota, sonrío, me duele, el ojo no se ha curado todavía, está violáceo y ensangrentado. El primer golpe, siempre me viene a la cabeza el mismo momento, no se porque han sido tantos, quizás no esperaba que el amor de mi vida me hiciera daño. Ahora, he dejado de ser de él para ser mía. Estaré en la carretera, recorriendo los caminos, buscando una alternativa al sufrimiento.

Las apariencias

Los comentarios de vecinos, amigos, familia, e incluso de las autoridades, me decían que estaba sacando las palabras de contexto.

Yo sentí que no lo hacía. 

Que estuviera tranquila, era normal su actitud ante la decisión que yo había tomado. 

Yo sentí que no lo era. 

Las apariencias no engañan, es un tipo normal, todavía tuve que oír.

Te voy a matar, fueron sus palabras.

Y yo no escuché una sentencia, yo escuché una promesa.

Desde mi habitáculo de metro y medio de ancho por dos de largo, he podido corroborar que las apariencias SÍ engañan.

Una pena que solo pueda compartir con las margaritas que nacen encima de mí, que yo tenía razón. Que nada era normal.

No, no, no

El director de la revista Fémina escribió que había que respetar el NO a la violencia sexual, el NO a la violencia verbal y el NO a la violencia manual, es decir, que no se debe acceder al sexo con una mujer sin su consentimiento; que no se debe agredir a la mujer con palabras ofensivas o insultantes; y que no se deben imponer manos hirientes contra el cuerpo femenino. Estos tres mandamientos se reducen a uno solo: Amarás a la mujer con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser.

Días más tarde el director de la revista fue juzgado y condenado a prisión permanente no revisable por un tribunal machista.

La vecina de arriba

Piensa en tu hija. ¡Qué grande está ya! ¿Verdad que recuerdas el día exacto en el que se mudó a Alemania?¿Y cuándo conoció a Mario? El padre perfecto para esos dos nietos a los que tanto queréis. Son tan felices allí que no tienen planes de volver. A veces, tu hija te llama triste. Se excusa diciendo que trabaja demasiado...

¿Escuchas los golpes del piso de arriba? Su madre también piensa lo feliz que es su hija, desde que se mudó a vivir aquí. A ti te gustaría que si a tu hija le estuvieran dando los golpes que estás escuchando, su vecina de al lado llamara a la policía, ¿verdad?; Entonces, ¿Por qué subes el volumen de la televisión?

Fuego

Cuando se prendieron las cortinas del salón, mamá lo contempló todo con una tranquilidad pasmosa y eso que solo veía con un ojo desde que se cayó. Ni siquiera gritó fuego. Nos cogió a Tito y a mí con el brazo bueno y nos sacó a la escalera. El humo fue llenando la estancia y recuerdo que sonreía, no sé muy bien por qué. Le pregunté por papá y me respondió que dormía desde la mañana.

La horma de su zapato

El recién llegado se confió a su compañero de celda:

- Sólo me han caído tres años, y eso que soy reincidente. Pero te juro que no vuelvo a pisar la cárcel en mi vida.

- ¿Qué hiciste, si se puede saber?

- Darle a mi mujer lo que se merecía, aunque no fue bastante. En cuanto salga, me cargo a los críos delante de ella y luego la reviento a palos. Después me suicido.

- Y, ¿por qué no te suicidas primero y luego Dios dirá? Mi padre mató a mi madre en una borrachera. No me gustan los maltratadores. Pero tengo tres años por delante para hacerte cambiar de opinión.

Vida invierno


Victoria mueve un poco los pies debajo de las sábanas apretadas, perezosa. 

Luisa, su madre, ya ha empezado a hacer la casa. Victoria se asoma por el pasillo. Luisa le aplasta el pelo lacio con la mano y sigue con sus tareas como una autómata. No recuerda cuánto hace que no se siente el alma. 

Baja a la cocina y allí está Antonio, su marido. Se da media vuelta temblando, pero es tarde. El ruido de la silla arrastrándose bruscamente, los brazos de Antonio... Luisa comprende. Sabe que solo le queda cerrar los ojos y esperar a que todo acabe. Antonio la empuja contra la pared, le sube el vestido pero ella, hoy, ya no suelta ni una lágrima.     

Educación

-Buenos días.

Saludé educado como todos las mañanas al cruzarnos en la escalera, casi siempre a la misma hora, yo camino del trabajo, mis vecinos de arriba regresando del mercado o algún recado temprano. 

Ella, del brazo de su marido, fijó de nuevo sus ojos en los míos de esa manera tan inapropiada y respondió Buenos días como queriendo decir Sálveme. 

Yo miré para otro lado y continué mi camino, todavía aturdido por el recuerdo de los gritos, los golpes, los lamentos que se oyen noche tras noche, que todos en ese edificio oímos y callamos.

Primera defensa

—Javier, no me controles tanto. No me parece que sea forma de demostrar que me quieres.

Él se removió inquieto sentado en el sillón.

—No te lo tomes así, Carla. Sólo tenía curiosidad por ver con quien intercambias mensajes en el teléfono.

Carla suspiró. Sabía que esto iba a ser difícil.

—Comprendo, pero es mi teléfono. Mi correo. Lo has abierto sin mi consentimiento. Esto es como si te pusieras a leer mi diario personal.

—Ya, bueno. No lo había pensado así.

—Tu actitud lo único que me demuestra es que no te fías de mi. ¿Acaso tendrías un amigo del que no te fías? Entonces, ¿Qué haces conmigo?

El Bucle

Por un momento un ápice de esperanza cruza tu mente, te debates entre el miedo y la ilusión. El valor se hace presente y piensas en salir de ese infierno que nunca pediste, en volver a ser tú.

De repente suena el móvil, es él. 

"Cariño perdóname, lo siento mucho, nunca quise hacerte daño, te juro que jamás volverá a suceder. Sabes que TE QUIERO"

Y una vez más, vuelves al principio de ese bucle sin final en el que se ha convertido tu vida, ese bucle de dolor y amor enfermizo. 

Y de nuevo perdonas cosas que jamás deberían ser perdonadas, sin saber que quizás la próxima vez sea demasiado tarde, sin saber que eso...

Eso no es amor.

Ya nunca más

Aquellas palabras provocaron una tormenta interior en su hinchado pecho. Duras y crueles, perforaban sus oídos. Un movimiento hizo que sus brazos subiesen para protegerse la cabeza. Su cuerpo comenzó a temblar por el terror. 

¿Por qué la trataba de aquella forma?

Si había hecho todo lo que él le había pedido… Otro movimiento y se encogió entorno a ella en un gesto de autoprotección.

Estaba cansada. 

Si la quería… ¿por qué se comportaba así?

Ya no lo soportaba más. Cogió un cuchillo de la cocina y se encaró a su agresor. Sólo uno sobreviviría a esa noche.

El monstruo


Para que luego digan que los monstruos somos nosotros -continuó Alazar explicándonos su último día de trabajo con esa voz suya tan terrible que tanto asustaba a los niños cuando salía de sus armarios por las noches.

El pobre crío estaba aterrorizado antes de que yo apareciera. Se oían gritos y golpes y el niño lloraba porque estaban pegando a su madre otra vez. Me miró suplicando ayuda y no tuve más remedio que intervenir aunque sé que va contra el reglamento.

Cuando llegó la policía el cadáver del maltratador llevaba un rato muerto de miedo en el pasillo.  

Dos rosas y una mujer

Dos rosas disfrutaban del calor del sol cuando, de repente, las podaron para acompañar en un momento delicado. Guardaron silencio, su color amarillo se fue apagando poco a poco hasta llegar a la corona que acompañaba el cuerpo sin vida de una desconocida. 

Durante el duelo, descubrieron que se trataba de una joven que había aguantado demasiado. Una mujer que no paró a tiempo el abuso de unas manos que antes le hacían el amor. Esas que ayer la dejaron sin respiración tras un enfado unilateral. 

Para el entierro, las rosas se han vuelto a vestir de un amarillo vivo para afrontar una situación que no debe perpetuarse. Dos rosas y una mujer. Dos flores arrancadas y un cadáver.

Renacer

Relacionó en dos listas los pros y contras de su vida con Manolo. A un lado, se acumulaban las palabras, se tropezaban las frases que invadían aquel lado del papel. En el otro, escribió un tembloroso y escueto "Lo quiero". Hacía tanto que se sentía anulada que le costaba razonar. Ella no sabía de metáforas, por eso, cuando su amiga le recomendó aquello de "borrón y cuenta nueva", pensó que consistía en rasgar el papel en diminutos pedazos. 

Vio la luz cuando su hija dejó de mirarla a los ojos y comenzó a esquivarla por el pasillo. Entendió que ninguna se merecía aquella vida. Fuera, cientos de manos estaban dispuestas a no dejarlas caer. Brillaba un sol que desconocía.

Eva

Con solo 9 años, Eva ya se dio cuenta de que algunas cosas no le gustaban nadita. Aun era algo pequeña para nombrar eso que se le ponía entre el pecho y la panza, como una piedra. Cuando más sentía ese nudo era cuando le decía a su abuela que le daba gustito frotarse con la cortina mientras se colgaba de ella, y su abuela le decía que eso era de niñas guarrillas. Menos mal que su mamá la ayudaba a expulsar esa piedra: le explicaba que sentir gusto en el propio cuerpo cuando te lo haces tú misma es maravilloso. Eva adoraba a su mamá, porque le había regalado las gafas violetas, aunque ella eso aun no lo sabía.

Con la mano abierta

Con la mano abierta recibí mi primera bofetada. Me caí al suelo, la nariz me sangraba y mi labio se partió casi tanto como mi corazón. El impacto dejó sin agua a mi alma herida ya de por vida. Me arrastre, lloré, grite, escupí e incluso mordí a todo lo que me hiciera posible de nuevo levantarme. Así ha sido durante años. 

Hoy he vuelto a recibir otra bofetada, también con la mano abierta pero a diferencia de la primera hoy no me he caído. Me he mantenido en pie, firme, desafiante y sin mirar atrás he caminado y he llegado, aquí, al ahora, a vivir, a sentir, a escribir mi historia. Como yo quiera. 

Cosas de familia

Dejó sus estudios porque él la quería mantener. Abandonó a sus amigas porque él la amaba demasiado y no la podía compartir. Se olvidó de sus familiares porque se oponían a su relación.

Esta mañana ha ido a la peluquería para ponerse guapa. Después ha limpiado la casa y ha cocinado su plato preferido para que cuando él llegara todo estuviera perfecto.

Pero ni aun así ha sido suficiente. El baño ha durado limpio hasta que él lo ha vomitado completamente borracho; la comida estaba fría de esperarle y la peluquera le había hecho un corte de fulana. Mientras, la televisión dice que una señora ha muerto asesinada a manos de su marido…

Tranquila mujer, son solo cosas de familia.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Amores víricos

En algún lugar alguien respira… Una molécula poligonal portando su ser inundado de luz, fija su anclaje en un suelo mullido, arquea lentamente sus agujas y hunde sus colmillos en el huésped, penetrando, violando, sin encontrar resistencia. La proteína sale de su cápsula, serpenteando, mientras desciende por un cilindro hueco protegido por miles de perlas. Ya dentro de la célula, el genoma inyectado se desnuda, dejando al descubierto sus atributos nucleicos. Los ácidos invaden los ribosomas en un abrazo mortal, aprendiendo, aprovechándose de su capacidad replicante. Mientras, la incubadora se presta, se ofrece sumisa. Las partículas creadas maduran, la futura madre las introduce en cápsides con delicadeza, con amor, acunándolas cada una en sus panales.

Comienzan los dolores, las réplicas se aglutinan en la pared celular, la rompen, se liberan. Ella las desliza suavemente al exterior, las siente alejarse sin darse cuenta que su piel se vuelve pétrea como un terrón de azúcar olvidado, se marchita como un cactus enterrado en agua, se muere. Mientras, el reproductor se encamina a la caza de su próxima víctima, orgulloso de sí mismo, proclamándose un ser vivo.

Alumbramiento

Tenía tendencia al dominio, al control absoluto de su pareja, que llegó a ser dependiente, sumisa, débil, pasiva; empleaba medios violentos para vencer su resistencia.

Cuando ella quedó embarazada, la situación no cambió, hasta que el ginecólogo les comunicó que esperaban un varón. Fue una conmoción. El ser que llevaba en sus entrañas no podía ser así. El concepto que tenía de los hombres se desvaneció pronto.

Ella fue la primera en inculcarle valores de igualdad al niño y su marido pudo recobrar su independencia y fortaleza. Ambos se encontraron en un mismo plano, aprendiendo a respetarse.

Y yo me pregunto: ¿será el amor filial una posible clave para la superación interna de conflictos de violencia de género?

Tóxico

Las agujas del reloj marcan un ritmo, mientras la niña cantando sigue el suyo. Las teclas de mi ordenador tienen su baile, mientras exhalo a su paso. Nadie me hace caso, pese a que yo espero algo nuevo. Ya no soy fiero, no escupo lenguas de fuego, ni tan siquiera vivo despierto. Soy un diluido color en una descolorida tarde, que piensa en llamarte desde las frías partes que un día mutilaste con tu partida.

Cuenta atrás

Ya queda menos para adivinar lo que piensas.
Para acabar de entenderte.
Para cerrar los ojos e imaginarte cómo serías
y despertarme como en verdad eres.
Ya queda menos para saber lo que te disturba,
con un simple gesto, o sin él,
ya da igual, ya es tiempo, ya es hora.
Ya queda menos para tropezar con tus manos
y caer luego sobre mi regazo;
ya queda menos,
es cierto.
No queda nada.
TRES, DOS, UNO, y... (gracias por contar conmigo)
tanto por hacer.
Nerviosa pero tranquila,
emprendo la vuelta,
con confianza,
a sabiendas de que
ya queda menos
para volver a ser quien era
y poder contar (otra vez)
hacia delante.
Siempre hacia delante.
Ya queda menos.

El árbol

Aquí, en aquel espacio desangelado por aquella época, le escupió el primer insulto. Ella hubiese jurado que la tierra tembló bajo sus pies. Aquí, en el mismo lugar despoblado aún entonces, le hirió el primer bofetón. Ella lloró a solas hasta empapar la tierra a sus pies. Aquí, justo en ese descampado donde le declaró su amor, la desmadejó con dieciséis puñaladas. Ella colmó con su sangre la diminuta rotura de la tierra donde recién nacía el plantón. Aquí, bajo este árbol, ahora, muchos años después, todos leemos su pequeña historia para no rendirnos y firme a la tierra, el viejo árbol, estrena para todas ellas cada una de sus flores.

Objetivo conseguido

¿Hasta dónde la romperás, dime?. ¿Hasta que su garganta no grite más, ya no levante los brazos y sus ojos se cierren?. Su miedo te nutre, te hace sentir más hombre, lo entiendo, mientras que a ella la destruyes. OBJETIVO CONSEGUIDO.

Ya le robaste el brillo que alguna vez tuvo, mataste sus sueños e ilusiones, la hiciste sentir basura, o menos. Lo haz hecho muy bien...¡campeón!...puedes sentirte orgulloso. Lástima que nadie más lo sepa ¿o mejor?. OBJETIVO CONSEGUIDO.

Gracias a tí otra víctima se suma a la lista, lleva tu nombre tatuado como su victimario. Pasarás a la posteridad exhibiendo la medalla que les dan a los maltratadores, no te engañes...eso es lo que eres.. OBJETIVO CONSEGUIDO.

Al otro lado del espejo

El espejo le devuelve su imagen, lo hace fielmente, como cada mañana, como cada noche. El espejo no esconde nada, no esconde las lágrimas que bajan por las mejillas, tampoco las ojeras. Grita y grita su imagen, pero mientras en la habitación se escuchan los ecos al otro lado del espejo el grito es mudo. Quizás, piensa, por eso nadie ve nada; quizás, se dice, por eso nadie me escucha; quizás… estoy al otro lado del espejo.

Oye las llaves en la cerradura y el espejo le devuelve su mirada desorbitada, llena de horror. Aprieta su cuerpo desnudo contra la superficie fría, intentando pasar al otro lado. Juan tiembla, su mujer ha vuelto a casa.

Hogar o cárcel

—¿Y no deseas que tu papá salga de la cárcel? —pregunta el niño mirando la arena mientras juega con ella.

—No. —responde ella, desvía la mirada y manosea sus trencitas, como cuando está nerviosa.

—¿Por qué?

—Es más seguro.

—¿La cárcel es segura? —pregunta, curioso, alzando su mirada hacia la niña.

—No, mi hogar es más seguro ahora. —confiesa saboreando la palabra. Es la primera vez que hogar no suena como una palabra extraña para hablar de su casa.

El otro niño sigue jugando con la arena, sin responder. No entiende el peso de las palabras de ella y ella tampoco debería, del mismo modo que no debería haber aprendido a sonreír olvidando ser feliz por el camino.

Julia

Miraba angustiada al reloj esperando la llegada del marido, que por todo saludo le propinaría un bofetón o una sarta de insultos.
Pero estaba decidida: aprovecharía una de sus muchas noches de alcohol y buscaría refugio en un hogar de acogida huyendo de una vida de maltrato. 

Había acordado por teléfono llegar sobre las tres de la madrugada. Sigilosa, con la niña dormida sobre su hombro, abandonó el piso. Bajó descalza las escaleras y en la calle avanzó quebrada por el miedo hasta llegar a la casa: olía a café recién hecho. Después de tantos años de padecimiento alguien le abrazaba. No pudo evitar que le rodaran dos lágrimas mientras tomaba una taza de café. Su niña dormía.

                                                                                

Nada es mío si todo es suyo

Nada es mío si todo es tuyo, sollozó. 

Al alba la cama se encontraba vacía, con las sábanas frías del abandono, marcadas por el rastro dejado por el cuerpo malherido, sin fuerzas. 

No ha podido ir muy lejos, pensó. 

Se puso las botas y salió al camino. 

Siguió sus huellas en el barro, como a la noche lo hubiera hecho su mano azotando despiadadamente su cuerpo. 

Siguió su rastro entre la abandonada maleza. 

En el camino, se tropezó con seres que salieron a su encuentro, que dirigieron ferozmente su mirada fija e inamovible a sus manos. 

- Andrés vuelva a su celda. 

- Ya nada es suyo, si no aceptas un NO, contestó.

Dadle de comer aparte

Una noche estando de guardia en el turno de oficio de Violencia de Género, escuché (lo tengo grabado) a aquel energúmeno con traje de alpaca gritando a una mujer silenciosa:

- … voy a decírtelo al revés a ver si así lo entiendes, retrasada: !!!atup, otam et oídem ne ayar al noc senolatnap sol emrahcnalp a savleuv omoc¡¡¡

Un hilo de esperanza en las estrellas

Estoy encerrada en mi habitación y no para de golpear fuertemente la puerta. Es él. Ya viene con las intenciones de siempre. Tengo puesto el pestillo, pero no sirve de nada. Cada vez que viene del bar siempre es lo mismo. Estoy tumbada en mi cama, gritando de terror y agarrada a las patas de la cabecera, esperando lo de siempre. Son las cinco de la madrugada y lo único que alumbra mi habitación son las estrellas. Esas estrellas que siempre que contemplo me transmiten un hilo de esperanza. Pero esa ilusión se esfuma tan rápido como él tumba la puerta. ¿Por qué me haces esto, amor mío? ¿Acaso no prometiste en nuestra boda hacerme feliz para siempre?

Las flores

El padre la golpeaba constantemente obligándola a las tareas diarias, su madre falleció cuando ella nació y ahora desde siempre, se sentía obligada a esas labores. 

Yo siempre la quise a escondidas, siempre le dejaba floreas en la portería del viejo edificio 

Y cada vez que las cogía las olía sin más y al subirlas a casa se oía un golpe y las flores salían por la ventana. 

Se casó con alguien más violento aun que aquel padre, atormentándola cada vez más, seguía dejando flores en el portal se oía un golpe y las flores arrugadas por la ventana. 

Hoy he vuelto a llevar flores pero he vigilado que nadie las toque. 

Las he colocado al borde de su lápida

Era necesario

-Mamá, ¿Soy diferente a las compañeras de clase?

La mujer mira a su hija y mueve la cabeza con resignación.

-Tú no eres diferente. El color de la piel no conlleva ninguna desigualdad. Mañana iremos a hablar con la profesora. Dime qué habéis hecho hoy en clase.

La niña se sienta frente a su madre y le comenta sobre la charla en la que les han hablado del órgano genital femenino. 

La madre la mira, ahora entiende la pregunta de la niña.

Se levanta y continúa con sus tareas. Mañana no irá a hablar con ninguna profesora.

-Era necesario.

Susurra mientras sale de la habitación.



Avelina

Rogelio fue despedido, todo el día devoraba cervezas. Su mujer temía volver a casa. La culpaba de todo, del despido, las borracheras, la maltrataba, de palabra y obra, más que obra, drama diario.

El malnacido no reconocía que le despidieron por trabajar ebrio.

Ella pasaba tiempo en el bar, conoció la bebida, la conquistó, le hacía olvidar, aunque nunca olvidó lo que en casa sufría.

Un día llegó tarde, Rogelio intentó golpearla, Avelina con su compañera la bebida se defendió. Lo apartó , cayó al suelo desnucándose.

Avelina fue condenada por culpa de su maltratador. ¿Culpable?, para la justicia si, ¿lo era?, algunos vecinos creían que no, cuando la pegaba nunca estaban para defenderla, ni ellos ni la sociedad.

El último golpe

Aquel último golpe le había dolido más que ningún otro. Fue brutal. "Inútil", le había espetado ante el técnico que estaba intentado conectar el wifi en la nueva casa. La palabra "inútil" dicha delante de ese desconocido le resultó insufrible porque era ella la que pagaba la conexión telefónica, la que pagaba las facturas de luz, gas, los seguros, el coche, la hipoteca. La casa era suya, el coche era suyo. No, no era "inútil", sólo que no le interesaba saber cómo se conecta el wifi. Tenía dos carreras universitarias, era profesora de instituto. No, no lo era en absoluto. Así que, ante aquel técnico, decidió ponerle las maletas en el suelo de la calle tras lanzarlas por la ventana.

Ahora

En mi infancia hubo miedo, llantos y un silencio que detenía el tiempo. Mi padre pegaba a mi madre. Siempre. Y cuanto más bebiera, más fuerte le golpeaba.

Ya no soy un niño. Han pasado muchos años, pero no olvido. Y cuando no se olvida, se aprende. 

Por eso en mi vida solo alzo la mano para acariciarle la mejilla, solo bebo para brindar con ella, solo tengo miedo si no estoy a su lado. 

Ahora la veo sentada junto a la ventana, naufragada su memoria en el Alzheimer, borrados los recuerdos, ahuyentada su sonrisa que solo vuelve a mi esposa cuando la miro a los ojos y le digo que la quiero.

Fiel hasta el final

Puedo olerlo incluso antes de escuchar sus pasos en el portal. Su fétido aliento y sus torpes movimientos, le delatan.

Cuando consigue abrir la puerta, recorre la casa en su busca.

Ella, indefensa, se encoge bajo las sábanas, pero él la saca de la cama a empujones arrojándola al suelo entre insultos y golpes.

La historia se repite, y ella, no reacciona.

Salgo de mi escondite y me lanzo a su cuello haciéndole perder el equilibrio. Sigo dando dentelladas a diestro y siniestro hasta que él me golpea con algo en la cabeza.

Mi vista se nubla, pero consigo escuchar a mi ama, que al fin está llamando a la policía.

Feliz, cierro los ojos. Ha merecido la pena.


Nunca más

No me gusta que me grites. Ni que me trates como si no entendiera las cosas que me dices, o como si no tuvieran el peso que les doy. 


Eres tú el que no entiende.

No entiendes que duele y desgarra, que me deja sin respiración. Como un puñetazo entre las costillas, como un navajazo en el corazón. Cada palabra que dices sin más me cala. Cada acto que cometes sin pensar en mí. Eso no es una relación, no hay dos, sólo uno que decide por ambos y sin preguntar. 

Siéntate en mi silla, siente las costuras de mis camisas, mírame a los ojos, y no me grites ni me pegues nunca más.

domingo, 4 de noviembre de 2018

(Des)Educación

Dime cuándo se te apagó la llama del respeto, muerto con cada golpe de dolor intenso. Dime en qué momento de mi existencia se instaló la posición de dominio en tu conciencia. Dime por qué mis ojos ven en tus manos una interior furia ciega y por qué aquél pintor, vestido al principio de incólume ternura, ahora se quita el disfraz, dispuesto a tirar una obra de arte a la basura. Dime por qué tengo que ganarme el respeto para que mi yo vuele alto, vuele libre. Dime por qué en tu cabeza no tiene espacio un amor tan finito. Dime, de una vez por todas, por qué en ese mundo tuyo tan pequeño, no cabe un beso sereno.

lunes, 29 de octubre de 2018

Recuperar mi vida y mi dignidad


La acción es la unica verdad....

Estaba decidida a que esos moratones fueran los últimos, aquella fria noche de invierno, acurrucada en un rincón de la habitación de matrimonio, en aquella casa donde un día soño con formar una familia junto al amor de su vida, habia decidido poner fin a aquella pesadilla, denunciarlo era la unica forma de salir de aquel infierno y buscar su felicidad y las de sus hijos. Antes de descolgar el teléfono, se repitio varias veces:

- ¡ El amor es respeto mutuo!.


- ¡ Nadie es dueño de nadie !.

Sonia, en aquel nuevo amanecer juro ante el espejo que nadie la volveria a humillar, y que todo el dolor y sufrimiento pasado servirían para ayudar a otras mujeres.

jueves, 25 de octubre de 2018

BASES DEL V CONCURSO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO



V CONCURSO DE MICRORRELATOS “CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO”

La Concejalía de Servicios Sociales, Mujer e Igualdad del Ayuntamiento de San Javier (Murcia), con motivo del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, dentro de su programa oficial, convoca el V Concurso de Microrrelatos contra la Violencia de Género. Colabora la Biblioteca de San Javier.

El objetivo que se persigue es sensibilizar a la sociedad contra la violencia de género mediante la redacción, posterior lectura y comprensión de microrrelatos, buscando fortalecer los valores de respeto e igualdad, para que entre todas y todos consigamos acabar con esta lacra social.

Podrán presentarse al concurso PERSONAS MAYORES DE 18 años RESIDENTES EN ESPAÑA.

Los microrrelatos estarán escritos en LENGUA CASTELLANA, y cada autor/a podrá PRESENTAR UN MICRORRELATO.

Los trabajos presentados no deberán haber sido premiados en otros concursos.


La extensión del microrrelato no podrá ser superior a 120 palabras. Se valorará la calidad literaria y que la temática esté relacionada con el objetivo del concurso que es la eliminación de la violencia de género.

Para participar es necesario enviar dos correos electrónicos:


Uno con el microrrelato, poniendo el título y el seudónimo en “asunto” y el texto en “el cuerpo del mensaje” a bibliotecadesanjavier1974.microrrelatos@blogger.com 


Otro con los datos personales, poniendo para concurso contra la violencia de género más el seudónimo en “asunto” y los datos personales en “el cuerpo del mensaje” a concursos.biblioteca@sanjavier.es

Los datos personales contendrán: Título del microrrelato, seudónimo, nombre y apellidos del autor, fecha de nacimiento, dirección y número de teléfono.

Estos datos no serán utilizados para otro fin que no sea comunicar los premios a las personas ganadoras y serán borrados una vez haya finalizado el concurso.

TODOS LOS MICRORRELATOS SE PUBLICARÁN EN http://sanjaviercontralaviolenciadegenero.blogspot.com.es/

En el blog aparecerá el título del relato y el seudónimo.

Todos los microrrelatos se expondrán al público durante 2019 en distintos lugares del municipio de San Javier.


El plazo de admisión de los microrrelatos finalizará el domingo 25 de noviembre de 2018.

El jurado está compuesto por diferentes personalidades asociadas al mundo de la mujer y de la cultura del municipio de San Javier. Los nombres de los miembros del jurado se harán públicos una vez pronunciado el fallo, siendo la presidenta del jurado la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier. El jurado está formado por la concejala de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier, una miembro de la Comisión de Violencia de Género del Consejo Municipal de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier, el coordinador de las Bibliotecas Municipales de San Javier y el secretario del Consejo Municipal de Igualdad del Ayuntamiento de San Javier.
 

El fallo se comunicará a las personas ganadoras el jueves 29 de noviembre de 2018.

El fallo se hará público a través del portal web del Ayuntamiento de San Javier www.sanjavier.es el viernes 30 de noviembre de 2018.

Se establecen TRES PREMIOS. Un primer premio dotado de 250 euros, un segundo premio dotado de 150 euros y un tercer premio dotado de 100 euros.

La participación en el concurso lleva implícita la aceptación de las bases del mismo.

Los premios estarán sujetos a las retenciones fiscales que manda la ley.