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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Restauración

Percibía su antebrazo como si le pesara más de lo normal. Intentó moverlo, pero no pudo. Era como si algo o alguien tirara de su extremidad y amenazara con desmembrársela. Sin embargo, no sentía dolor alguno. Y entonces….el brazo cayó al suelo y luego el otro. Después fue el pie y, mientras el terror la inmovilizaba, todo su cuerpo se deshizo en pedazos y quedó en el suelo como un inmenso puzle. Entonces despertó. A su lado él dormía. Como de costumbre, tenía el bate de béisbol apoyado en la mesilla de noche.
Se levantó sigilosa. Cogió en brazos a su pequeño de sonrisa extraviada
-¡Nos vamos, hijo!, susurró. Ha llegado el momento de recomponer las piezas.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Solución final


Viene. Oigo la llave en la cerradura y se reanuda el molesto tic de mi ojo.
Imposible tranquilizarme. Comida, camisas.... ¿Estará todo como a él le gusta?
Odio en su mirada en cuanto cruza la puerta. Tiemblo como una hoja.
La primera bofetada llega, como siempre,  sin avisar. ¿El motivo? ¡Él sabrá!
Es sólo el principio. Nada que no enmascare el maquillaje y mis gafas oscuras.   
Nadie debe saberlo. Es mi problema. Ya me las arreglaré, pienso convencida.
Cada día es más de lo mismo. Ya no aguanto más. Lo solucionaré.
Ignorancia. Ni se lo imagina. Está muy seguro del control que ejerce sobre mí.
Arsénico,  nuevo ingrediente del estofado. Por si sospecha, yo como  también.