Aconsejan a Manuel que tome clases de boxeo para liberar el estrés acumulado por tantas horas de trabajo. Manuel hace caso y se apunta una vez por semana en el gimnasio, y aunque al principio es escéptico sobre el poder terapéutico de golpear un saco, pronto adquiere el gusto. Ganchos de izquierda, de derecha, rodillazos, patadas. La visita semanal se convierte en diaria y él se siente cada vez más fuerte, cada vez más hombre. "¡Dale duro, campeón!", le animan sus amigos cuando Manuel se dirige al gimnasio.
Manuel conduce hasta su casa. Ha sido un día penoso y la necesidad de golpear el saco es apremiante. Busca a su mujer, agazapada en el dormitorio. Y comienza el asalto.
Manuel conduce hasta su casa. Ha sido un día penoso y la necesidad de golpear el saco es apremiante. Busca a su mujer, agazapada en el dormitorio. Y comienza el asalto.
