¿Quién eres tú que hoy yaces en mi cama?
Aún soy joven; nadie podrá reprocharme nada. Si no quise a los aqueos fue porque ninguno podría considerarse digno ni de mí ni del niño. He sido feliz en la isla; reina de Ítaca, saboteando el deseo de los mil pretendientes. Pero hoy Telémaco ya es un hombre y tú has vuelto. Es tu turno; reina a tu gusto, pero ya en tierra; pastoreando tu soledad de rey viudo.
Duermes, preñado de aventuras. Cuántas Circes y Calipsos llevas dentro; cuántos Polifemos. Los mismos que yo soledades.
Atenea me guiará; me lo debe. Aquí te quedas, veinte años no es nada; para mí la mar, para ti la rueca.