EL ÚLTIMO TRAGO

Vertió el coñac en su copa cómo cada noche y se situó cerca para no perderse el espectáculo. Él, con la mirada perdida en el televisor, bebió un sorbo tras otro, se revolvió incómodo en su asiento, gruñó como un animal malherido, hasta que de pronto la miró y ella pudo apreciar con deleite el terror en sus ojos ante la certeza de lo que le estaba ocurriendo. Él intentó levantarse, ir a por ella con ese gesto amenazante que conocía tan bien "Mujer ¿Qué has hecho?", rugió entre dientes, pero antes de poder alcanzarla, se desplomo paralizado sobre el asiento tal como estaba pronosticado. Una mueca de felicidad, como nunca antes, palpitó en los labios de ella.