A Carlos, mi marido.
Trece años. Para mí toda una vida. Cuando era una niña, dejé mi casa y mi familia creyendo crear una nueva junto a ti. Pero durante todos estos años he sido una simple prisionera de tus gritos. He sido tu esclava, convirtiendo mi casa y mi cocina en mi mundo sin darme cuenta de que hay más mundo del que me has mostrado.
He maquillado mis heridas una y otra vez frente al espejo mientras la vida se me escapaba, aun jurándome que la primera vez fue sin querer.
Ahora es diferente, no tengo miedo. Voy a salir corriendo, ni una lágrima más por ti. Hoy he vuelto a nacer.