Una vez más volvió a suceder. Otra noche de gritos, insultos y golpes.
Las dudas de siempre, la inseguridad y al final , de nuevo, la cobardía.
Aquel número arañando mi mente, y yo paralizada esperando escuchar el inquietante silencio, rodeada de miedo, lágrimas y rabia.
Me dormí envuelta en pesadillas y culpas; pero me despertó su voz amenazante y entonces, no dudé.
Marqué ese número y en unos minutos vi desde mi ventana cómo lo metían esposado en un coche patrulla.
Subí las escaleras y encontré a Sara con la cara magullada hablando con la policia.
Me regaló media sonrisa y con la mirada inundada en calma me dijo:
-Lo he denunciado. Gracias por ser mi voz.
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