Cerró la maleta y abrió la puerta. Estaba decidido. Se marcharía y comenzaría de nuevo. ¿Era aquello un acto cobarde? No, quizás lo más cuerdo que había hecho jamás.
Su relación había muerto y, con ella, el respeto y la dignidad. Si seguía allí, pronto también una persona.
Se preguntaba en qué momento nació aquel monstruo, en qué momento no hubo vuelta atrás. Lo que daba por sentado es que continuar así sólo significaría más odio, dolor, rencor, violencia… sangre.
Antes de partir, echó la vista atrás, comprobó que su nota estaba en la mesa y se fue:
"Me marcho. Sé que tú no lo harás. Siento haberte hecho esto. Espero que algún día puedas perdonarme." –Tu antiguo amor-
