Vendí mi alma. Vendí mi alma al mejor postor, a quien prometió que todos los días vería el arco iris, al que habló de cielos despejados y viajes a las estrellas.
Vendí mi alma.
Vendí mi alma y fui feliz.
Fui feliz día a día. Fui feliz viendo el arco iris desde una ventana reluciente, fui feliz en el silencio, fui feliz paseando una sonrisa rota.
Fui feliz viendo oscuridad donde pensaba días luminosos, llorando a un cielo negro y lluvioso esperando un arco iris, en la triste soledad esperando una caricia...
Y viví.
Viví una mentira, una mentira de colores y sonrisas rotas.
Viví una mentira porque vendí mi alma al que prometió alegría y golpeó directo al corazón.