Sharama se quedó durante un rato en el suelo, hasta que se dio cuenta de que Uuwä, su esposo, cansado de pegarle, se había ido. Finalmente se levantó y, arrastrando los pies, se dirigió a una esquina. Allí se quedaría durante horas. Advirtió que tenía sangre seca en el rostro. Le dolía mucho el cuerpo. Cuando a Sharama la casaron, le dijeron que las palizas de Uuwä marcarían cuánto le quería éste. Sin embargo, ella no terminaba de comprender cómo le podía querer alguien que, cada luna, le insultaba, le pegaba, le decía que era una inútil.
La Concejalía de Servicios Sociales, Mujer e Igualdad del Ayuntamiento de San Javier te anima a participar en el concurso que convoca. Así mismo abre un espacio creciente de microrrelatos contra la violencia de género para su lectura. Participa y difunde.
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jueves, 20 de noviembre de 2014
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