Me gusta que me mires y no veas en mí si soy hombre o mujer. Me gusta que me cojas de las manos y acaricies sólo piel. Me gusta besarte con ternura. Me gusta cuando tú me besas a mí. Acogerte entre mis brazos, que tanto te aman, y que te dejes llevar, sin esperar de mí nada más que lo que yo espero de ti. Me gusta que te pierdas en mis ojos y veas en ellos el reflejo de ti. Que sientas que te respeto y te quiero, así como eres, sin importar si eres hombre o mujer, ya que lo que yo veo en ti es el reflejo de mí.
La Concejalía de Servicios Sociales, Mujer e Igualdad del Ayuntamiento de San Javier te anima a participar en el concurso que convoca. Así mismo abre un espacio creciente de microrrelatos contra la violencia de género para su lectura. Participa y difunde.
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lunes, 9 de diciembre de 2019
jueves, 24 de noviembre de 2016
Reflejos
Hola, hace tanto que no hablamos que apenas recuerdo quién eras.
Permaneciste oculta en las profundidades de mi ser para que no te encontrara, inmersa entre las dudas, el dolor y el miedo. Cambié tu voz por el silencio y me entregué; Le di mi alma, mi cuerpo y mi voluntad. Él cambió los besos por los gritos, los abrazos por los golpes y el amor por la exigencia; Me encerró en un mundo cruel donde aguardé invisible hasta encontrarte.
Hoy al verte en el espejo suspiré y mirándote a los ojos me dijiste: "Nunca más"
Permaneciste oculta en las profundidades de mi ser para que no te encontrara, inmersa entre las dudas, el dolor y el miedo. Cambié tu voz por el silencio y me entregué; Le di mi alma, mi cuerpo y mi voluntad. Él cambió los besos por los gritos, los abrazos por los golpes y el amor por la exigencia; Me encerró en un mundo cruel donde aguardé invisible hasta encontrarte.
Hoy al verte en el espejo suspiré y mirándote a los ojos me dijiste: "Nunca más"
martes, 10 de noviembre de 2015
Náufrago en tierra firme
Si tan solo encontrase una persona que comprenda que ser un privilegiado no es motivo de alegría. Mi estatus está condicionado a que ellas sufran para que no se derrumbe este imperio del que me han hecho partícipe. Soy esclavo de esta sociedad que quiere arrastrarme a la locura. Los hombres me explican que no hay matrimonio feliz sin mano dura. Cuando mi madre se empeña en que sea como ellos, se me oprime el corazón. Aunque yo sí que tengo derecho a hablar, de nada sirve, pues sus oídos no escuchan. De niños, nos prohibieron jugar juntos. Ahora, me obligan a presenciar su boda con un coleccionista mujeres. Mi alma llora con los ojos secos.
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