Érase una vez una niña a la que educaron para ser princesa de cuento. Para que soñara con encontrar a su príncipe azul y así tener una vida de color de rosa. Y serían felices y… Llegó el príncipe azul y la encerró en su castillo. La princesa perdió el brillo de su mirada, la luz de su sonrisa. El morado comenzó a tatuarse en su piel. Sus días se tiñeron de rojo. El miedo y las lágrimas fueron su única compañía.
El cuento acabó cuando un último golpe llevó la vida de la princesa a un fundido en negro definitivo.