¿Sabes?, aunque soy hombre, también me he sentido alguna vez como tú te sentías, o, mejor dicho, cómo te hacían sentir, y por eso mismo te comprendo tan bien.
Pero de lo malo solo queda la lección, que, a buen seguro, jamás olvidarás: que nadie volverá a determinar lo que opinas de ti misma, nadie volverá apuntalar su autoestima socavando la tuya, porque no lo vas a permitir. Ni tú, ni yo, porque mi sonrisa se gesta en tus labios, y no pienso volver a estar triste.