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lunes, 12 de noviembre de 2018

Pulgarcita

La lengua, que cuando la hería lamía las llagas después, la volvió a vapulear. Con cada escupitajo, en forma de palabra, su talla mermaba una cuarta. ¡Se había vuelto tan pequeñita con los años!

Al principio, tras las tormentas, que calaban sus huesos de menosprecio, conseguía secarse. El paso de las estaciones y las sucesivas acometidas la habían debilitado tanto que era incapaz de sacudirse la pena. 

Pulgarcita no merecía continuar a la deriva, naufragando a diario en un mar dominado por un dios soberano de sus mareos. 

Esa noche ahogo, por última vez, su opinión en su almohada saturada de humedades. Abrió los ojos por la mañana y decidió envolver esa lengua envenenada con papeles de divorcio.

martes, 10 de noviembre de 2015

Pulgarcita

La lengua, que cuando la hería lamía las llagas después, la volvió a vapulear. Con cada escupitajo, en forma de palabra, su talla mermaba una cuarta. Antes, tras las tormentas que calaban sus huesos de menosprecio, era capaz de secarse. El paso de las estaciones y las sucesivas acometidas la debilitaron. Pulgarcita decidió dejarse ir en un mar dominado por un dios soberano de sus mareas. Ahogo su opinión en una almohada saturada. Fue ella quien le devolvió sus penas y le envolvió en un sueño donde le mostró que bajo la construcción actual existía una iglesia medieval, cuyo valor merecía ser recuperado. Abrió los ojos era mañana al mundo y decidió envolver esa lengua envenenada con papeles de divorcio.