La realidad

La echo de menos. Han pasado cuatro años pero aún la echo de menos. Creo que jamás podré olvidarla. Recuerdo lo guapa que estaba aquel día con su vestido nuevo, con ese escote tan bonito que me volvía loco. Como a todos los hombres porque ella era así: maravillosa. Aún no puedo creer que no volverá, que aquel cretino la matara por aquel vestido. Que los demás la iban a mirar, que quería provocarlos, que él no era idiota. Cuantas tonterías que aguantar y cuanto daño. Maldito cerdo. No puedo creer que ya no esté, que la matará con sus manos por estar tan guapa. No puedo creer que eso fuera real. No puedo creer que aquel cerdo fuera yo.

Marta en el espejo

Marta hoy no ha ido a trabajar.Tiene los ojos resecos por las horas de insomnio, los miembros pesados como sacos de arena.Una arcada inmensa se aferra a las paredes de su estómago y se siente tan pequeña que parece que los pliegues de las sábanas fueran a devorarla.
 
Marta se levanta y se obliga a mirarse al espejo.Acaricia su cuero cabelludo dolorido por los tirones, pasea sus dedos por las marcas de los brazos."Si fueras la niña que fuiste ¿dejarías que alguien te golpeara, te insultara?"
 
El reflejo de Marta niega con decisión.No hay excusas, no permitirá que vuelvan a tapizar su cuerpo con golpes, ni su alma con desprecios.