viernes, 9 de noviembre de 2018

Sueños rotos

Papaíto me ha traído chucherías. Mala señal. Es la costumbre que precede a la visita de alguno de mis tíos, quienquiera que sean. Una semana llega uno, la siguiente entra otro desconocido para abusar de mí. En tales circunstancias, no caben ilusiones, pues vivo en un hogar de acogida lejos de todas partes. Ni siquiera voy a la escuela. Esa pareja de degenerados me ha convertido en su esclava sexual particular que venden sin escrúpulos. No les importa mi edad ni el dolor atroz de mi cuerpo pueril. No sé cuánto durará este infierno, la peor pesadilla imaginable para una niña como yo. Dolor, angustia, impotencia. Otra infancia destrozada. Violencia de género: sueños rotos.

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