No me gusta que me grites. Ni que me trates como si no entendiera las cosas que me dices, o como si no tuvieran el peso que les doy.
Eres tú el que no entiende.
No entiendes que duele y desgarra, que me deja sin respiración. Como un puñetazo entre las costillas, como un navajazo en el corazón. Cada palabra que dices sin más me cala. Cada acto que cometes sin pensar en mí. Eso no es una relación, no hay dos, sólo uno que decide por ambos y sin preguntar.
Siéntate en mi silla, siente las costuras de mis camisas, mírame a los ojos, y no me grites ni me pegues nunca más.
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