viernes, 9 de noviembre de 2018

Secreto

No me atrevía a contarles a mis amigas que él, mi príncipe de cuento, se había convertido en un ogro, que me pegaba noche sí y noche también. Veía sus caras sonrientes, sus niños encantadores, sus vidas de ensueño y me callaba. Pero el día que llegué tarde al colegio a llevar a mi pequeño y nos fuimos como siempre a tomar el café, mi mano temblorosa le tiró en la falda de Susana, lo siento, lo siento, lo siento, Susana levantó la mano y yo puse el brazo sobre mi cara para protegerme del golpe. Todas sonrieron tan tranquilas, no cariño, eso nos pasa en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario