viernes, 9 de noviembre de 2018

Poderes

Ella y él discutían. Él estaba cansado pero ella quería tener la razón.

-¡Cállate!- imploraba él, pero ella seguía. - ¡Cállate! - repitió, y ella no paraba. A la tercera la empujó, para apartarla de él. 

-¡Ay! - se quejó ella. Él la había tirado al suelo. 

El hombre quedó, un momento, atónito. Por primera vez se dio cuenta de lo pequeña que era ella, a pesar de ser tenaz. 

Desde ese día, siempre que él tenía impulsos violentos, se paraba y pensaba:

-Cálmate, pesa veinte kilos menos que tú.

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