La primera bofetada llegó inesperadamente, en plena discusión. Ni siquiera recordaba el motivo causante de la pelea. Él se arrodilló, imploró perdón, le juró que jamás volvería a suceder. Ella lo creyó y lo perdonó.
Semanas más tarde, un empujón la arrojó al suelo. Un esguince en el hombro y un hematoma en la cara, permanecieron como testigos del altercado. De nuevo él pidió perdón, pero con menos remordimientos que la primera vez.
Isabel se juró a ella misma que si Paco le ponía de nuevo la mano encima, todo terminaría.
Y así fue.
Isabel terminó con el cuello roto tras ser arrojada por las escaleras.
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