Laura decidió que era momento de ir a casa, la parte más dura de la noche. No dejaba de darle rabia cruzar calles y avenidas que habían sido diseñadas primero para caballos y carretas, luego para automóviles, nunca para personas, mucho menos para que una chica pueda caminar sola a casa .
Por milésima vez en su vida, deseo vivir en un mundo, donde al caminar a casa pudiera sentirse libre y no valiente. Lo único que le daba seguridad era aquel cuchillo americano que llevaba en su bolsa desde los 10 años y todo lo que había aprendido sobre asesinatos en las historias de Agatha Christie. matar para no morir se volvía una realidad latente.
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