Voy en tren de cremallera, tengo libertad de movimientos porque el vagón está vacío, me cambio de una plaza a otra junto a la ventana. Una mujer se coloca enfrente y me mira, sus ojos levantan el vuelo y son duros; se parecen a los de mi esposa muerta que estrangulé por servirme la sopa fría sin mi copa de vino correspondiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario