Le grita, le pega y se disculpa, una y otra vez. Te amo, le dice. Te quiero, le dice. No lo volveré a hacer. Sin embargo, le vuelve a gritar, le vuelve a pegar y, finalmente, se vuelve a disculpar. La mujer, confusa, le perdona infinitas veces. Lo pasa muy mal. Pasan los días y nada cambia. Moretones aparecen en su cara. Esto ya ha llegado a un límite. Denuncia y se libera de él. Semana más tarde, él llega llorando, suplicando el perdón. Ella se lo da. Él le grita, le pega y se disculpa. Ella marca el 016 y él le vuelve a gritar, le vuelve a pegar, pero esta vez, se quedará con las ganas de volverse a disculpar.
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