La gran bestia levanta la vista con sus grandes garras preparadas. Feroces aspas sueltan el cariño, feroces aspas revientan las palabras. Sangre corre donde estaba la sonrisa, ojos rojos donde la mirada. Ya nada queda donde estaba el ceño fruncido; solo pena, odio y rabia. Llamas al monstruo que vive bajo la cama. Oscuras noches, desvelada esperanza. Pues es el aliado perfecto. Energía, fuerza y una metralla.
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