lunes, 12 de noviembre de 2018

Monstruos

Regresé a mi casa antes de la hora convenida. Al abrir la puerta de mi domicilio encontré a mi hija de siete años llorando en el salón. Enseguida corrió a abrazarme entre lágrimas. Me escamó que estuviera descalza y en ropa interior.

-¿Cariño, qué pasa? 

-¡Hay un monstruo sobre mi cama!

-¡Ah! ¡Es eso! –respiré aliviada-. Querrás decir debajo de la cama.

-No, sobre la cama.

-Mi vida, los monstruos no existen, mamá va a entrar contigo en tu cuarto y te va a demostrar que no hay ningún monstruo.

-No, no quiero.

Sobre la cama de mi hija dormía desnudo Charly, mi nuevo novio, el tipo al que había metido en mi casa dos semanas antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario