viernes, 16 de noviembre de 2018

Acabar con el virus Dálmata

Mamá ya no es un Dálmata. Está curada. Ha dejado de gritar por las noches y de tener miedo. Ahora solo llora cuando le enseño mis dibujos de la nueva casa. Me explicó, que los mayores, también lloran si están muy contentos. Sus manchas de color oscuro ya casi han desaparecido. Vuelve a jugar y reír conmigo. Se que el abuelo aún sigue enfadado, pero se calma cuando está conmigo. Le dije que no se podía enfadar con un virus. En el cole me explicaron, que si necesitábamos ayuda, en ocasiones, había que pedirla. Después de todo, no fue tan difícil. La enfermedad del Dálmata comenzó a curarse cuando mamá llamó a los doctores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario