Vivo en las glándulas lagrimales, un poco más allá de vuestras narices donde no podéis ver. Últimamente salgo a menudo, en mi puerta hay un tobogán por donde me deslizo bajo la tutela de la inercia. ¡Estoy agotada!, prefiero salir por otro motivo que no sea el maltrato. Un día soñé que las lágrimas lloraban; que un idiota dijo «los hombres no lloran», y los demás le siguieron; que la mujer tenía un «día de la mujer», fomentando y perpetuando la discriminación; que para los seres humanos el amor era un concepto; y que sabiendo yo del mono y del hombre, sólo había cambiado la forma y no el contenido, superando el armonioso mono al hombre. Era un sueño absurdo…
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