Por fin he podido librarme de esa sensación tan ignominiosa que comportan los malos tratos, aunque aún sufro pesadillas. De hecho he conseguido romper las cadenas que me mantenían ligada a un matrimonio ominoso. Gracias a Dios, he sabido enderezar mi vida junto a un hombre que me respeta y me quiere por encima de todo. Pese a la tortura de un pasado desdichado, en la actualidad mi corazón late de nuevo henchido de júbilo en un frenético anhelo de felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario