Una mujer camina descalza, malherida, desnuda de cintura para arriba. Solloza bajo la luz de la luna, mientras la oscuridad no la impide avanzar. Ha sido maltratada, abusada por la persona que se suponía quién más la quería. Sus sollozos son inaudibles hasta que se queda en medio de la avenida. Mientras, el resto, duerme en sus casas, arropados por el calor de la manta.
De repente, llora con sonoridad ante la impotencia y la soledad de la noche milenaria. Un hombre se acerca a ayudarla. No es la primera vez que sucede. Con los sollozos, varias personas se levantan del letargo frío nocturno para ayudar a la víctima.
Hombres y mujeres conscientes corren, a la búsqueda del verdugo.
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