Escondida en su armario, Alba soñaba despierta con un futuro en el que entre hombres y mujeres no hubiera más que respeto y amor, en el que nadie tuviera la necesidad de herir a otros para combatir su inseguridad o deshacerse de su ira.
Unos gritos la sobresaltaron, era su padre, maldecía y soltaba toda clase de insultos por su boca. Ella, salió corriendo de su escondite con el corazón en un puño, en su mente imaginaba a su madre tendida en el suelo.
Al llegar al comedor, su padre le gritaba a la televisión y su madre estaba ilesa, pero Alba no podía evitar ese miedo a que su familia fuera una noticia de última hora.
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