No quería volver a abrirlos. Su madre se sentía incapaz de entender por qué se negaba a hacerlo. Ella también había sufrido y ahí permanecía, lejos ya de él, arrastrando tan solo recuerdos lastimados de una vida equivocada. Blanca, sin embargo, no era tan fuerte. Se negó a abrir los ojos ante un mundo que sentía hostil e injusto. Aún no había cumplido los doce. Y tampoco cumplirá los trece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario