Carmen se merecía lo mejor, pero confundía amor con necesidad. Siempre le aconsejamos que se alejara de él. Sus constantes desprecios y actitudes eran demasiado obvios desde que empezaron a salir en primero de carrera. Ella pensaba que casarse le endulzaría el carácter, pero se equivocó. También soñaba con tener pronto un hijo y, por qué no, eso quizás ayudaría a cambiar la situación. Pero finalmente no fue así.
Hoy estamos aquí para despedir a Carmen. Lloramos de emoción al verla en la puerta de embarque rumbo a Milán. Ahora cree en ella misma y en sus diseños llenos de frescura.
La vida a veces cierra puertas, pero abre ventanas maravillosas.
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