No sé si algún día me quisiste, te molesta cuanto pienso, hago, digo, todo a tu juicio es desmedido.
Con ansia en la intimidad espero amor, ternura, cariño, pero de ti sólo desprecio y humillación recibo, mejor sería no haberte conocido.
Nuestros hijos nos miran expectantes, ¿por dónde vendrá el fallo hoy? comentan doloridos.
Y así un hogar que debía ser alegre, dichoso, sonoro como un mirlo, se ha convertido en un pozo lóbrego y profundo donde deambulamos entristecidos.
Sentémonos a hablar sensatamente, separemos nuestras vidas, compartamos a nuestros hijos con cariño, y apagadas las brasas del amor, desterremos el odio al infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario