miércoles, 15 de noviembre de 2017

Esperanza

La chica rebuscó en su bolso pañuelos que le limpiasen las lágrimas de aquella vida tan fosca que llevaba; y también algo con que escribir las poesías ideadas para paliar la tristeza de sus días. De aquellas notas resultaría, algún día, un poemario valeroso que hablaría doblemente de las flores nacidas en el barro.

Hasta que, indagando aun más adentro de sí, un buen día de primavera se le confirmó la niña que gestaba. Y con esa certeza maternal, su anterior mala vida dimitió de forma irrevocable en aras de la nueva: de la buena nueva, de la nueva y buena esperanza. Ni un acoso más, ni mucho menos un golpe. Ni un paso atrás: el futuro les pertenecía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario