Déjame al menos que te explique...Aún recuerdo cuándo estábamos juntas.
Éramos una sola, todo lo hacíamos contando la una con la otra, sin vacilaciones, sin excepciones.
Hasta que llegó él y comenzamos a distanciarnos. Tú dirías más bien que decidí
darte la espalda para mostrarme a él entera, sumisa, complaciente.
Cuando me quise dar la vuelta, roto el corazón y la piel hecha jirones,
tú ya no estabas ahí.
Rompí a llorar y él me giró de nuevo, bruscamente, como era su costumbre...sus ojos ardían, su voz me asfixiaba. Grité
al fin aterrorizada y corrí buscándote ansiosa, un velo rojo me nublaba
la vista...pero estás aquí, de nuevo conmigo, no quiero perderte más,
cógeme fuerte de la mano, MI DIGNIDAD.
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