Nunca le recordaba lo que no se debía contar, no era necesario. A ella no se le ocurriría decírselo a nadie, porque nadie la creería.
Salían siempre juntos y tomaban algo en el bar de la esquina cada domingo.
Siempre juntos, siempre agarrados de la mano, siempre en silencio.
Ella suplicaba ayuda con la mirada mientras que él apretaba su mano contra la suya con fuerza hasta hacerle daño para que no intentase cambiar de rumbo.
Y así pasaban los días y nada cambiaba porque ella mantenía ese silencio no pactado.
Hasta que un día ella desapareció y no le contó nada a nadie, tal y como él le había enseñado...
Salían siempre juntos y tomaban algo en el bar de la esquina cada domingo.
Siempre juntos, siempre agarrados de la mano, siempre en silencio.
Ella suplicaba ayuda con la mirada mientras que él apretaba su mano contra la suya con fuerza hasta hacerle daño para que no intentase cambiar de rumbo.
Y así pasaban los días y nada cambiaba porque ella mantenía ese silencio no pactado.
Hasta que un día ella desapareció y no le contó nada a nadie, tal y como él le había enseñado...
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