Recreada y esculpida en espuma de mar, ya no puedes tocar mi alma, pájaro libre que una vez amó a un infeliz. Ahora me alzo, sonriente y viva para escupirte, desde el fondo de mi amor propio un: GRA-CIAS de esos de verdad. Un gracias de melodía de cajita de música, de rico sabor a chocolate negro y miel. Un gracias que no se olvida pero tampoco se ofrece más de una vez. Como indulto, te ofrezco mi perdón envuelto en papel de oro, reliquia de altísimo valor. Aprende pues a encontrar el amor en tu soledad, en tu alma averiada, desdichada y febril. Halla dentro de ese dolor que arrastras, valor suficiente para perdonarte y amar cuanto uno es.
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