Hoy me he comportado como una auténtica fisgona. Pero no me ha importado lo más mínimo; al contrario, me he sentido aliviada, y bien conmigo misma.
No he perdido ni un solo detalle de la escena mirando a través de la mirilla. He visto cómo se lo llevaban esposado; cómo mi vecina, llorando, salió detrás de su marido; cómo lo miró con severidad, sin decir ni media palabra; cómo arrojó a sus pies una caja de maquillaje; cómo la pisó con todas sus fuerzas, proclamando así que ya no habría más moretones que disimular.
Hoy me he comportado como una auténtica fisgona. Pero nunca me he sentido mejor que cuando marqué el número de la policía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario