jueves, 15 de noviembre de 2018

Afuera

Le dolían los oídos, la música penetraba en ellos como dardos afilados. Afuera quedaban los golpes, los insultos, los sollozos. Su madre, intentaría como siempre soportar en silencio la paliza para que ella no se enterara y en correspondencia tácita, ella fingiría no saber. Fingiría, como todos. Las paredes de papel de su edificio eran incapaces de silenciar los golpes. Lo sabían. Sus miradas en el ascensor lo confesaban. Miradas de preocupación, condescendientes o avergonzadas. Vergüenza, sí, es lo que ella sentía por no hacer nada, por no evitar la humillación que su madre soportaba por considerarse culpable de la situación, de tolerarla. Mientras el agresor, impune. Subió la música. Afuera dolía.

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