He visto a mamá muchas veces desde que se marchó.
En las nubes, que supongo son de algodón, como las manos de mi madre.
En el vuelo de los pájaros que huyen del invierno, como yo cuando me abrazaba a ella al volver del colegio. Incluso la he consolado cuando llovía, seguro de que las gotas de lluvia eran sus lágrimas por estar lejos de casa y no poder cuidarme.
Pero echo de menos el olor de su pelo recién lavado, de su delantal con restos de harina de mis buñuelos preferidos, de su cuerpo al darme las buenas noches.
Mamá, ¿por qué te fuiste al cielo?
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