"No puedes", convicción que retumbaba en su certeza más profunda. Max se lo repetía con tanta asiduidad, que había llegado a creérselo. Bailaba el ritmo de sus órdenes perdiendo así la esencia de lo que había sido un día; ahora solo quedaba una estructura sin alma que la sostenía en aquel escenario negro. María descolgó el teléfono. Rompió el silencio que alimentaba al verdugo, quebró las cadenas de un maltrato que nadie merece, y empezó a vivir eso que llamamos "vida". ¿Cómo ser valiente si solo nos pasan cosas maravillosas? La libertad se pierde cuando es temida. María la ansiaba.
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