jueves, 23 de noviembre de 2017

Coeducación elevada al máximo exponente

Como era habitual, con la llegada del invierno, el más pequeño de la casa, con quince años y, viciado a la mensajería instantánea, chateaba frente a la chimenea. Su madre, que llevaba un tronco de haya para avivar el fuego, se vio sorprendida e impactada ante lo que reflejaba la iluminada pantalla del móvil de su hijo;''fotos y vídeos tías tercero'', ''guarras insti'', eran algunos de los nombres de los grupos, en los que participaba su hijo.
Anonadada ante lo que presenció, se pellizco y, nada. El golpe provocado por la caída del tronco sobre su pie, dolió. No despertó de ningún sueño. Era realidad.Empezó a asimilar que, no sufrir violencia machista, no te exime de actuar.
Actuemos, coeduquemos.

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