El pueblo queda sumido en un silencio que surge de la rabia.
Los pájaros lloran y nos observan con recelo desde los cipreses. Arrastramos la impotencia sobre el asfalto acompañando su féretro. Su alma vuela en el espacio tras ser arrebatada por aquel que decía ser su amor. Su asesino. Su culpable y traidor "amor". Levantamos las manos firmes. Bata ya. ¡Amemos por igual a todo el mundo! Que nadie vuelva a utilizar la violencia bajo ningún concepto.
Nos despedimos de nuestra querida Mariola amargamente mientras un último pájaro sobrevuela incrédulo observando nuestras sombras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario