jueves, 5 de noviembre de 2015

La luz

Desde aquí abajo observo el perfil verdadero que tienen las cosas: la inquina de tu bota con su acerada punta, tu saliva, cual lluvia, enredada en tus gritos, y tu odio a la altura de mis ojos hinchados, arrancándome rosas donde sólo hubo besos, confundiendo mi alma, que no alcanza ni entiende la crueldad de tus actos. Tendida a ras del suelo, sobre las baldosas frías, observo mi muerte lenta, y el polvo en los rincones debajo de los muebles, hasta que alcanzo a observar el pavor dibujado en los ojos del hijo, al fondo, tembloroso, cual pájaro aterido y, entonces, veo la luz, y, de golpe, decido que mi vida tiene que dar un vuelco.

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