Todo lo que hice hasta conocerte tenía como motivación implícita la necesidad de enamorarme de ti.
Y así fue.
Un principio de ternura escurriéndose sobre la piel. Un cosquilleo esparcido en mi espalda hasta ser filo hematófago y penetrar por mi columna hacia el cuello. Remataste floreciendo en carcajada en mi boca.
Mi alegría es tu señal para depredar sobre mi cuerpo y descubrirte parásito en mis venas.
Mi alegría es tu señal para depredar sobre mi cuerpo y descubrirte parásito en mis venas.
Eres un Jesús maldito que convirtió mi sangre en tu vino.
Todo lo que hago desde que te conocí tiene como motivación explícita que nadie se enamore de ti.
Y así es.
Las mujeres penalizamos por fin la prescripción facultativa de sanguijuelas medicinales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario