jueves, 13 de noviembre de 2014

No podrás tener mi corazón

Aquella mañana no era diferente de tantas otras. Como era habitual en los últimos meses solía cubrir su rostro con una capa de maquillaje. Carmín aquí, color allá; conseguía disimular el dolor por fuera pero no en su interior. Salió de aquella que decía su casa pero no su hogar y se fue a dar su acostumbrado paseo. Llegó al cementerio. Los rayos de sol daban calor a su cara. A pesar del dolor, era agradable sentir otro calor que no fuesen sus puñetazos. Miró a su alrededor y se dijo que nadie recordaría el nombre de las flores pisoteadas. Y amargamente lloró por todas y cada una de aquellas flores marchitas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario