Mira cómo se desgarra mi alma, mira cómo todo el cieno y el dolor de la vida se regocijan en mi mirada inundada.
Mírame, ¡avergüénzate!, ¡esta es tu obra!, la más perfecta imagen de tu crueldad…
Mírame, soy esta mujer que con su alma y su cuerpo clama vida, paz, amor, ¡respeto!
Mírame, no volverás a ver mis lágrimas, ni mi dolor. Tus insultos no volverán a ser las tormentas que rugen en mis oídos y tus golpes no volverán a marcarse en mi piel.
Mírame, que la luz ya asoma por las lomas de la libertad, hay aroma de nardos en el horizonte del olvido, y mis ojos ¡no volverán a mirar atrás!
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