Miré hacia atrás. Mi casa, mi barrio, mi gente. Respiré profundamente. Mi infancia, mi difícil adolescencia, mi primer amor. Y el único. El que alguna vez me quiso. Llevaba tanto tiempo temiendo a que llegara la noche que aquella, por primera vez desde hace años, me pareció un día de sol radiante. Volví la vista al frente, y apoyándome sobre las muletas y me dispuse a empezar una nueva vida.
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