lunes, 17 de noviembre de 2014

Los cipreses del atardecer

Tomás llevaba un ramo de flores precioso, aunque le hubiera gustado presentarse ante Sara con algo más especial. Encaró la avenida de los ángeles hasta toparse frente a ella. Allí estaba, bella como la recordaba. Tantos años amándola en secreto... Nunca llegó a besarla. Hasta que apareció Diego y la perdió definitivamente. Deseó que se pudriera entre rejas.
Tomás se arrodilló. Posó sus manos en el suelo. Inclinando su cuerpo, por fin la besó. Seguidamente dejó caer suavemente las flores y retomó la avenida de los ángeles hasta la puerta.
Ya había salido del recinto cuando giró la cabeza, su alma lloraba, sus ojos también. Sólo pudieron observar el poder que transmitía la columna de cipreses al atardecer.

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