Dibujaba caritas felices en el suelo cuando un niño quiso levantarle la falda, se giró con agilidad y le paró la mano, a su altura le reprochó su mal gesto. Aquella noche el hada de la igualdad de género entró por la ventana, y dándole una lección al pequeño, le puso un vestidito con encaje que no se pudo quitar hasta que aprendida la lección promulgó que nunca más, se volvería a sentir con el derecho de ofender a una mujer.
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